La Reflexión para este día se titula ¿Las riquezas son buenas o malas? Parte I.
Creo que todo hombre natural, (o sea el que no puso su corazón en concordancia con el Señor Jesús) y por supuesto la mujer, tienen sus pensamientos puestos en el poder obtener: riquezas.
¿Por qué ocurre esto? ¿Es realmente importante tener riquezas? ¿Dios quiere que todos tengamos riquezas? ¿Las riquezas nos hará mejores personas?... O ¿Nos hará peores? ¿Los bienes temporales nos darán todo lo que podamos desear?
Las Sagradas Escrituras nos enseñan la verdadera dimensión de todos estos interrogantes, mas ya podemos ir adelantando de que en el mundo hay muchísimas personas millonarias que se han suicidado; que sus fortunas se esfumaron y que también muchos ex ricos andan con una bolsa bajo el hombro mendigando un plato de comida y durmiendo por cualquier parte. ¿Será que El Señor se portó injustamente con ellos? ¿O fueron ellos los que por no aceptarlo quedaron a merced de las fuerzas negativas y destructivas del diablo?
En Proverbios 23:4-5, dice: 4. “No te afanes por hacerte rico; sé prudente, y desiste.
5. ¿Has de poner tus ojos en las riquezas siendo ningunas? Porque se harán alas. Como alas de águilas, y volarán al cielo”.
En el cap. 27:24, dice: “Porque las riquezas no durarán para siempre; ¿Y será la corona para perpetuas generaciones?”
Los ricos generalmente confían en su poderío económico y de esa manera piensan que estarán siempre seguros.
Proverbios 11:28, nos enseña: “El que confía en sus riquezas caerá; mas los justos reverdecerán como ramas”.
Todas aquellas personas que aman el dinero viven en una ansiedad permanente por tener cada vez más, y más y más…
Eclesiastés 5:10, dice: “El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad”.
Salmos 39:6: “Ciertamente como una sombra es el hombre; ciertamente en vano se afana; amontona riquezas, y no sabe quien las recogerá”.
Eclesiastés 5:13: “Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños son para su mal.
Si las riquezas provienen de Dios, el panorama es completamente distinto”. Eclesiastés 5:19, dice: “Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios”.
En la próxima reflexión veremos que hubo un rey, en la antigüedad, que no pidió riquezas y sin embargo Dios se las otorgó llegando a ser el hombre mas rico del planeta, y hasta el día de hoy nadie lo superó.
Que el Señor lo bendiga abundantemente. Un amigo en el Señor. Si desea orientación.