TEMA 38. LAS GUERRAS

La Reflexión para este día se titula: Las Guerras.
Sin lugar a dudas en estos actos destructivos, se fusionan tres cosas mediante las cuales se mueve el diablo de una manera devastadora contra los seres humanos.
En S. Juan 10:10, dice: “El ladrón, (o sea el diablo) no viene sino para hurtar y matar y destruir; Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”.
Las personas que no están convertidas al Señor Jesús, como tienen adentro de ellas pasiones desordenadas son utilizadas por Satanás para alimentar todo lo que se refiere a pisotear y avasallar. ¿Por qué ocurre esto? ¿Hay alguna causa que nos pueda alertar sobre este gran peligro que son las guerras? ¿Qué es lo que debemos hacer?
Amable oyente: el origen de estas maldades y la solución está en La Santa Biblia. Citaré Santiago 4:1-10
1. “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, la cuales en combaten en vuestros miembros?
2. Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis en envidia, y no podéis alcanzar, combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.
3. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.
4. ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
5. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en vosotros nos anhela celosamente?
6. Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes.
7. Someteos, pues a Dios; resistid al Diablo, y huirá de vosotros.
8. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
9. Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza.
10. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará”.
Amable oyente: el único que nos dará la paz verdadera es el Señor Jesucristo. Busque de todo su corazón tener un encuentro personal con él. Háblele, pídale que se manifieste con su Santo Espíritu. Y para finalizar citaré S. Juan 14:27: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”. Que El Señor lo bendiga abundantemente. Un amigo en el Señor.