TEMA 30. LA ENVIDIA

La Reflexión para esta mañana se titula: La envidia.
La envidia; ¿Es algo que se puede ver o palpar? ¿Es algo que podemos detectar? ¿Será que debemos usar algún amuleto, o cinta roja atada a la muñeca o algo de color rojo? Amable oyente: si usted no está protegido por el Señor Jesucristo, ciertamente la envidia de alguien le llegará, y sus caminos serán trabados.
La persona que es envidiosa, cuando mira, lanza una onda negativa, que va acompañada de espíritus inmundos y sus resultados son destructivos.
Hay personas, y usted seguramente lo escuchó, que dicen:
¿Qué me está pasando? Emprendo algo y no puedo.
Es como que tengo los caminos trabados.
Efectivamente es así. Los caminos están trabados porque alguien lo está envidiando. Por la envidia se cometen actos terribles; se puede mandar a la cárcel, matar, difamar y muchísimas cosas mas. Seguidamente citaré versículos de Génesis del Cap. 37, en donde habla de la historia de José, edad de 17 años, joven recto y temeroso de Dios, amado por su padre, más que a todos sus hijos, pues lo había tenido en su vejez, y sus hermanos lo aborrecían.
Y José tubo sueños, en los que se interpretaban que él sería Señor sobre su casa. Esto despertó la envidia de sus hermanos. Gn. 37:11, dice: Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en esto. Los hermanos pensaban en matarlo pero por su hermano mayor no llegaron a cumplir esto.
Gn. 37:20-21, dice:
20. Ahora pues venid, y matémosle y echémosle en una cisterna y diremos: alguna bestia devoró y veremos qué será de sus sueños.
21. Cuando Rubén oyó esto lo libró de sus manos, y dijo: No lo matemos. Después se pusieron de acuerdo y lo vendieron como esclavo para sacarle algún provecho.
G.n 37:28, nos dice: Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna y le trajeron arriba y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto. Amable oyente: usted pudo escuchar lo que el ser humano hace cuando tiene envidia. Ese sentimiento destructivo de querer poseer ese algo que tiene la otra persona, y en vez de cambiar su corazón, para poder obtener lo mismo, persiste y se potencia en maldad. La única manera de cambiar es ir al Señor Jesucristo, con el corazón abierto, para que el Señor saque todos los demonios de envidia que están en el Corazón del envidioso y poder tener paz en el corazón. Proverbios 14:30 nos dice: “El corazón apacible es vida de la carne; Mas la envidia es carcoma de los huesos”. Que el Señor lo bendiga abundantemente. Un amigo en el Señor. Para mañana continuaremos con la envidia parte segunda.