TEMA 36. DONAR ÓRGANOS HUMANOS

La Reflexión para este día se titula: Donar órganos humanos. ¿Es lícito hacer esto? ¿Es conveniente entrar en estos programas propiciados por instituciones de bien público? ¿Se puede hacer? ¿Se debe hacer?
La decisión de estos tipos de temas, que realmente son interesantes y necesario, solamente la tiene cada uno de nosotros y aquí es donde prima la dependencia o no de Dios. Este tipo de preguntas generalmente se la plantea aquella persona que comienza a temer al Señor, que quiere saber la verdad. Y esta se encuentra en la Santa Biblia.
Primeramente debo hacer notar que están las personas que creen en Dios, y las otras que además de creer, hacen la voluntad de Dios, respetando sus mandamientos, leyes y preceptos. En esto estribará la diferencia de conceptos y decisiones. El ser humano cuando desobedeció al Señor Dios, haciéndole caso a la voz de su mujer, quedó a merced del diablo, el cual provoca en el ser humano la mayoría de las enfermedades, propiciadas por los desastres naturales impuestos por hombres avariciosos y desordenados. Por ejemplo sin un mal industrial arroja desechos químicos sin procesar, iniciará enfermedades provocando sufrimiento y muerte. A continuación citaré Génesis 3:17-19: “Y al hombre dijo: por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: no comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. (Cayó en pecado.)
18. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo.
19. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.” El Señor es bien claro al hacernos notar lo que somos y cómo deberemos volver al polvo. Si tenemos una absoluta dependencia de Dios tendremos una protección absoluta de parte de él. Y para finalizar cito Levítico 19:28: “Y no haréis rasguño en  vuestro cuerpo por un muerto, ni imprimiréis en vosotros señal alguna, Yo Jehová.” Que el Señor lo bendiga abundantemente. Un amigo en el Señor.