TEMA 42. LOS CLEPTÓMANOS

La Reflexión para este día es: Los Cleptómanos.
En nuestra sociedad, por lo general, se cree que las personas de escasos recursos económicos son los más proclives a apoderarse de lo ajeno. Y aquellas personas que tienen un alto poder adquisitivo están resguardados de estos actos por el escudo del dinero. Los medios de información muchas veces nos refieren que personas, a las cuales no les falta el dinero, se apoderan de cualquier elemento ajeno.
¿Por qué ocurre esto? ¿Alguna vez pensó la causa por la cual estas personas, al ser sorprendidas “in fraganti”, deberán soportas las duras exhortaciones y humillaciones propias de estos actos? Y muchos dirán: ¡cómo puede ser esto si tenían dinero para comprar cualquier cosa que necesitara!
Sabemos que un cleptómano tiene una manía local que lo impulsa a apoderarse de lo ajeno. O sea que el individuo tiene una especie de locura que fija su imaginación y su mente en un solo objetivo, y este es: apoderarse de lo ajeno.
Estimado oyente: estos actos ocurren porque estas personas tienen un espíritu inmundo. Un demonio que lo impulsa a robar cualquier cosa, y así sucede porque el demonio, al ser espíritu, puede dominar a la persona. Más si la persona está cansada de ser dominada por el espíritu inmundo y se revela contra la situación en la que está viviendo, el Señor mandará su ayuda. En el libro de Jeremías 33:3, dice: “clama a mí y yo te responderé. Y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces”.
Amable oyente: si hubiere alguna persona que tiene este demonio, no dude en clamar al Señor para que sea liberado.
En Salmos 77:1, dice: “Con mi voz clamé, y él me escuchará”.
Todo tiene solución con el Señor, no dude, humíllese ante Dios, abra su corazón para él y El Señor echará a ese demonio maldito que os hace sufrir y ser humillado.
En el Evangelio de San Juan cap. 8, versículo 36, dice: “Así que si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”. Esto es palabra del Señor y tenga la plena seguridad de que será liberado. Que el Señor lo bendiga abundantemente. Un amigo en el Señor.